Michael graves y una vuelta ya casi con oscuridad, devoción y algunos guiños ironicos

Siempre punk 

La vuelta de Michael graves era algo que muchos estábamos esperando y con una hermosa sensación de decir otra vez volvió a la Argentina.

Muchas generación se vieron en este show fanáticos de misfits con las caras pintadas o las remeras de la banda que una vez Michael formó parte de ella y quedó en el corazón de todos.

La jornada comenzó temprano con una seguidilla de bandas locales que marcaron el pulso desde el arranque. Horror Inc. abrió con un set breve pero cargado de emoción, dejando en claro la influencia que el propio Graves tuvo en su formación con una gran emoción de formar parte de esta jornada y regalando caramelos a todos los que habían llegado temprano de parte de la vocalista. Luego llegó el turno de Cobra Sarli, que desplegó toda su actitud punk’n’roll con temas como “Me Querés (Cambiar)” y “El llamado de la oscuridad”. 

El cierre del bloque telonero quedó en manos de Gatos Sucios, veteranos de más de tres décadas dentro del punk rock nacional. Con clásicos como “Locura General”, “Hipócrita” y “Calesita del Vicio”, demostraron que la vieja escuela sigue viva y filosa. Entre sarcasmo y risas, el frontman Diego Ortiz se despidió con una frase que no pasó desapercibida: “Nos vamos yendo ahora que el pelado supremacista está por subir al escenario. Esto es el mal, que Dios los cuide a todos”. Una ironía que, más allá de las controversias que acompañaron a Graves en los últimos años, sirvió para marcar una distancia sin perder el espíritu punk de la provocación.
Pasadas las 21, con la intro de “Abominable Dr. Phibes”, la expectativa explotó. Graves con un pantalón bien punk echo en cinta y bolsa parecía, maquillado su cara con la calavera que lo caracteriza y un gorro de vaquero, y desató la euforia con “American Psycho”. El setlist fue extenso, incluso para sus propios estándares: “Dig Up Her Bones”, “Scream!”, “Dust to Dust” y “Saturday Night” son los que marcan siempre al público argentino también intercalados con temas de su carrera solista. Graves hasta bajo al público para abrazarlos, chocar puño y cantar con ellos con la valla de por medio pero el abrazo se sintió de una manera especial.
Uno de los momentos más comentados fue su versión de “What a Wonderful World”, en homenaje a Joey Ramone, antes del cierre con “War Pigs”, dedicada a Ozzy Osbourne. Hoy en día la música demuestra que con los años no está tan peleados como años atrás y un genero le puede hacer memoria al otro.
La noche de Groove fue punk de verdad y ahora solo queda preguntar, está noche se volverá a repetir?



Fotos Facundo Di Salvo 
Crónica Pablo Reinante 

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