La familia nunca muere, la vuelta de Nueva Ética al teatro flores



Cuando uno habla de Nueva Ética, no solo se refiere a una banda de hardcore: se refiere a una comunidad, un pacto de ruido, de ética, de contracultura que latió en Buenos Aires desde fines de los ’90. Según su historia oficial, Nueva Ética arrancó en 1998 en la capital argentina, forjándose dentro de la escena hardcore porteña y bajo la bandera straight-edge/vegan. 
La voz del recuerdo

Desde mis días de adolescente, vi sus shows: las entradas tachadas, las paredes del club cubiertas de flyers, los gritos, el mosh frenético. Nunca fueron del montón: la crudeza de sus riffs, su militancia, su presencia. Y aunque en algún momento hubo parate,  su nombre siguió circulando: en charlas, en camisetas, en el boca a boca del under.
El silencio y los últimos shows

Según los registros: tras editar los discos clave (“La Venganza de los Justos”, “Inquebrantable”), Nueva Ética entró en una especie de pausa o «parada indefinida» alrededor del 2013. En Argentina su última fecha recordada antes de este parate databa de mayo de 2012 en el Teatro Flores, presentando su DVD “Esto es Sudamérica”. Desde allí empezamos a contar los años como si algo faltase, como si el eco de sus canciones siguiera girando sin ellos.

El retorno anunciado

Entonces llegó el anuncio: Nueva Ética volverá al escenario el 9 de noviembre de 2025 en el Teatro Flores, Av. Rivadavia 7806, Buenos Aires. No es sólo una fecha de reencuentro: es el cierre de un ciclo emocional, el recolocar la aguja de un vinilo que nunca dejó de girar en nuestras cabezas.

¿Qué esperamos?

Un setlist que recorra todas las etapas: los primeros himnos, los discos que marcaron la escena hardcore. 

El público de siempre, ahora más grande, pero con la misma llama: quienes estuvieron en los mosh-pit de los 2000, ahora con cicatrices, historias, hijos quizá, pero las arrugas no apagan la punzada del bajo bien cargado.

Una noche más que un show: un ritual de vuelta. Hardcore puro.


¿Por qué esto importa?

Porque en el interludio —entre el parate y este retorno— Nueva Ética no desapareció. Su influencia siguió ahí: bandas que la citaban, sticker en baños donde su nombre se veía en cada pared, en la memoria de cada uno. Y esto dice algo: la banda escaló de ser un acto musical a ser un fenómeno de identidad.

Nueva Ética es familia

Y acá estoy, escribiendo para la revista BUFF, sintiendo que esta nota no es sólo un artículo: es una carta a quienes compartimos horas de pogo, sudor y canción. Porque al final, Nueva Ética es familia. No de sangre, pero de una sangre distinta, en el abrazo con sudor, en la mirada del otro que entiende. Y cuando el telón vuelva a alzarse en el Teatro Flores el 9 de noviembre, esa familia se va a reunir otra vez. Y estará viva. Porque la familia nunca muere.

— Pablo Reinante (@namek_r)
Revista BUFF

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